sábado, 27 de septiembre de 2014

Introducción

La comunicación es uno de los pilares fundamentales para la vida humana, pues el ser humano es un ser sociable por naturaleza. Pero más allá de la sociabilidad la comunicación es el medio por el cual el sujeto sobrevive, ya que le ayuda a poder expresar e informar sus necesidades y aprender lo necesario para su supervivencia, además en el proceso de comunicación se desarrolla un intercambio de pensamientos que ayudan a aprender del otro, construyendo conocimiento nuevo para sí mismo y para el exterior.
Sin embargo, en la actualidad los avances tecnológicos han incrementado notablemente los medios por los cuales las personas se pueden comunicar, haciendo que la presencia física sea innecesaria, provocando que el sujeto se individualice y se enajene cada vez más, como lo menciona Federico Munné:
“Nunca tuvo el ser humano unas posibilidades de comunicación tan asombrosas como las que ahora posee… La prensa, radio y televisión han acercado extraordinariamente a los hombres...
 ...Este aumento espectacular de relaciones humanas no ha correspondido un avance equivalente de comunicación interpersonal y comprensión mutua. Nunca hemos estado tan cerca y nunca nos hemos sentido tan solos” (Munné, 1980)
Lo que provoca la enajenación humana es el mal uso que se les da a los medios, pues no se toman como un instrumento de soporte o de ayuda, sino que es un facilitador para realizar distintas labores, y comunicarse por medio de los instrumentos tecnológicos esto provoca que las personas necesiten un medio electrónico, pues a lo largo del día el sujeto tiene la necesidad de comunicar algo, por lo que debe de recurrir a su medio, desplazando el lenguaje oral y la interacción, en donde se pierden muchas características necesarias para poder llevar a cabo correctamente la comunicación.
   De modo que, en la educación, desde cualquier ámbito se hace más difícil poder llevar a cabo el proceso de comunicación, pues no se está familiarizado con el proceso comunicativo y el educando se ha convertido en un receptor pasivo, que sólo espera que le brinden información y en ocasiones se crea un obstáculo para que él pueda responder y así llevar a cabo la finalidad retroalimentadora y poder generar un nuevo conocimiento o refutar el existente.
   De esta manera, la educación tiene como fin poder utilizar los medios de comunicación masiva de una manera positiva, como instrumento para la enseñanza y/o el aprendizaje, así como propiciar los medios adecuados para que la comunicación se lleve a cabo de una manera adecuada.
   Es importante recuperar las partes que conforman el proceso de comunicación, que con anterioridad habían dado otros equipos, para poder enlazar este tema con los anteriores, ya que van ligados al formar parte de la comunicación educativa; sin embargo, tomaremos cada parte de la comunicación no sólo como algo mecánico, sino en el que también se resalten los sentimientos e intereses que se involucran dentro de la comunicación. De este modo se enlistan los componentes del proceso comunicativo:
Emisor
La comunicación inicia desde que surge la necesidad del emisor de comunicarse, de ésta manera el emisor es quien codifica y emite los mensajes en función de unos determinados objetivos; según sea la forma en que es percibido por su interlocutor, así será la interpretación que este último haga del mensaje.
   La finalidad del emisor puede ser de muy distinta índole. A veces no pretende más que dar una simple información, excluyendo apreciaciones personales. Es el caso de la comunicación objetiva, que es típica en la ciencia y en general en los mensajes puramente informativos.
   Cuando el emisor manifiesta su opinión personal, quedando así su comunicación teñida a la subjetividad, se dice que la comunicación es crítica.
   Si la fuente no tiene otra finalidad que exteriorizar sus propias vivencias personales, tiene lugar la comunicación expresiva.
   A veces el emisor trata de convencer a su dialogante de influir en su personalidad transformando sus actitudes y opiniones, e incluso alterando su conducta. Esto ocurre en la comunicación persuasiva.
El emisor pasa por los siguientes momentos:
1.- Experimenta la necesidad de comunicar algo.
2.- Elabora un mensaje.
3.- Lo codifica.
4.- Emite la información.
Receptor
El receptor debe de estar atento al emisor, para poder percibir la intención de su mensaje, tanto en el modo de expresarse, como en el lenguaje que utiliza. Respecto al receptor se producen las fases anteriores, pero de modo inverso:
1.- Recibe la información.
2.- La descodifica.
3.- Reconstruye el mensaje.
4.- Interpreta la necesidad del emisor.
Mensaje
El mensaje expresa el propósito del emisor y contiene algo significativo para éste. Debido a ello, sólo conociendo su contexto presente, es posible establecer el sentido del mensaje para el sujeto, pues como es sabido el lenguaje se utiliza de acuerdo al contexto en que se habla, de modo que el receptor debe de reconocer el contexto de su emisor para poder comenzar a decodificar el mensaje.
   Atendiendo al contenido del mensaje, Aranguren distingue diversos tipos de comunicación: científica, técnica, informativa, pedagógica, artística, socio-económica y política. Cada mensaje según su índole, requiere ser tratado de modo distinto, o sea, con un arreglo o un código particular.
Codificación   
Con la codificación, el mensaje toma forma y se convierte en información ya lista para ser transmitida por el órgano emisor o mecanismo verbal. Es de fundamental importancia, pues de ella depende la interpretación que se tenga del mensaje.
Código
Todo código se compone de un sistema de signos (vocabulario) y de una serie de procedimientos para combinarlos de forma significativa (sintaxis).
Para evitar equivocaciones en la comprensión del mensaje se requiere que el código sea objetivo, es decir, con significados previamente reconocidos por los interlocutores.
   Las palabras también tienen significados connotativos, es decir, referidos a las ideas y sentimientos que despierta en nosotros una determinada palabra.
   Los códigos no verbales son de naturaleza muy diversa: hemos de cifrar nuestros mensajes a través de gestos (expresión facial, muecas, guiños), ademanes (movimientos de brazos y pies, encogimiento de hombros...), modos de vestir, etcétera.
Canal
El canal es el instrumento transmisor de la información. Cumplen la función de canal todas las ondas sonoras emitidas (que constituyen el vehículo transmisor) como el aire, que es el medio que transporta dichas ondas.
   El órgano receptor del destinatario - es decir, el mecanismo auditivo-  capta la información. Inmediatamente, la interpreta (acto de decodificación) a fin de reconstruir el mensaje original. Así el sujeto receptor está en disposición de comprender el estado interno de necesidad que se hallaba en el emisor.
   El emisor está pendiente de la conducta del receptor, autocontrolando sus propias palabras con arreglo a la reacción del destinatario,
   El mecanismo por el que la fuente escucha y autorregula sus propias palabras, a medida que van produciendo determinadas reacciones en el oyente, se denomina retroalimentación.
   La comunicación se llama directa cuando el canal que une a los dos interlocutores lo hace sin acentuación de ningún intermediario. Es este el caso del diálogo.
Se le llama comunicación indirecta a la que ocurre cuando se interpone un medio o instrumento determinado entre los comunicantes. Desde épocas remotas, los seres humanos empleaban ciertos canales indirectos de tipo artificial para la comunicación a distancia. Hoy día, los modernos medios de comunicación social han hecho posible que, a través de estos canales indirectos, pueda llegarse simultáneamente a una masa dispersa de sujetos receptores. Asimismo, salta a la vista que en nuestra época los canales naturales, en los que la voz llega al receptor resonando por el aire, han perdido mucho terreno en favor de los artificiales.
Retroalimentación
Una característica fundamental que distingue a la comunicación de la función meramente informadora, ésta se da un retorno de información del receptor hacia el emisor en forma que hace posible la autocorrección o autocontrol.
   No se debe de confundir la retroalimentación, o reacción del receptor, con la respuesta; pues en este proceso vuelve a desarrollarse el circuito, pero en dirección contraria, dado que entonces se han invertido los papeles, transformándose el emisor en receptor y viceversa.
   Las reacciones del sujeto receptor (expresión del rostro, ademanes, etc.) al mismo tiempo que revelan el impacto que la información va produciendo sobre él, marcan la pauta acerca de los nuevos mensajes que la fuente ha de emitir.

   Toda comunicación debe completarse con el retorno de información en retroalimentación. Es lo que se llama una comunicación bilateral o completa. Sin embargo, existen casos en que la retroalimentación no se produce (comunicación unilateral o incompleta). Este último hecho puede ocurrir, ya sea porque la respuesta está prohibida, como en una clase autoritaria; bien porque el emisor no tiene interés en detectar las reacciones de sus receptores, este sería el caso de un conferenciante que no despega los ojos del papel o de un sujeto que habla ininterrumpidamente sin dejar intervenir a su interlocutor. Una conversación sin retroalimentación, se convierte en un monólogo. 

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