La comunicación es uno de
los pilares fundamentales para la vida humana, pues el ser humano es un ser
sociable por naturaleza. Pero más allá de la sociabilidad la comunicación es el
medio por el cual el sujeto sobrevive, ya que le ayuda a poder expresar e
informar sus necesidades y aprender lo necesario para su supervivencia, además
en el proceso de comunicación se desarrolla un intercambio de pensamientos que
ayudan a aprender del otro, construyendo conocimiento nuevo para sí mismo y
para el exterior.
Sin embargo, en la
actualidad los avances tecnológicos han incrementado notablemente los medios
por los cuales las personas se pueden comunicar, haciendo que la presencia
física sea innecesaria, provocando que el sujeto se individualice y se enajene
cada vez más, como lo menciona Federico Munné:
“Nunca tuvo el ser humano unas posibilidades de comunicación tan
asombrosas como las que ahora posee… La prensa, radio y televisión han acercado
extraordinariamente a los hombres...
...Este aumento espectacular de relaciones humanas no ha
correspondido un avance equivalente de comunicación interpersonal y comprensión
mutua. Nunca hemos estado tan cerca y nunca nos hemos sentido tan solos” (Munné,
1980)
Lo que provoca la
enajenación humana es el mal uso que se les da a los medios, pues no se toman
como un instrumento de soporte o de ayuda, sino que es un facilitador para
realizar distintas labores, y comunicarse por medio de los instrumentos
tecnológicos esto provoca que las personas necesiten un medio electrónico, pues
a lo largo del día el sujeto tiene la necesidad de comunicar algo, por lo que
debe de recurrir a su medio, desplazando el lenguaje oral y la interacción, en
donde se pierden muchas características necesarias para poder llevar a cabo
correctamente la comunicación.
De modo que, en la educación, desde
cualquier ámbito se hace más difícil poder llevar a cabo el proceso de
comunicación, pues no se está familiarizado con el proceso comunicativo y el
educando se ha convertido en un receptor pasivo, que sólo espera que le brinden
información y en ocasiones se crea un obstáculo para que él pueda responder y
así llevar a cabo la finalidad retroalimentadora y poder generar un nuevo
conocimiento o refutar el existente.
De esta manera, la educación tiene como fin
poder utilizar los medios de comunicación masiva de una manera positiva, como
instrumento para la enseñanza y/o el aprendizaje, así como propiciar los medios
adecuados para que la comunicación se lleve a cabo de una manera adecuada.
Es importante recuperar las partes que
conforman el proceso de comunicación, que con anterioridad habían dado otros
equipos, para poder enlazar este tema con los anteriores, ya que van ligados al
formar parte de la comunicación educativa; sin embargo, tomaremos cada parte de
la comunicación no sólo como algo mecánico, sino en el que también se resalten
los sentimientos e intereses que se involucran dentro de la comunicación. De
este modo se enlistan los componentes del proceso comunicativo:
Emisor
La comunicación inicia
desde que surge la necesidad del emisor de comunicarse, de ésta manera el
emisor es quien codifica y emite los mensajes en función de unos determinados
objetivos; según sea la forma en que es percibido por su interlocutor, así será
la interpretación que este último haga del mensaje.
La finalidad del emisor puede ser de muy
distinta índole. A veces no pretende más que dar una simple información,
excluyendo apreciaciones personales. Es el caso de la comunicación objetiva,
que es típica en la ciencia y en general en los mensajes puramente
informativos.
Cuando el emisor manifiesta su opinión
personal, quedando así su comunicación teñida a la subjetividad, se dice que la
comunicación es crítica.
Si la fuente no tiene otra finalidad que
exteriorizar sus propias vivencias personales, tiene lugar la comunicación
expresiva.
A veces el emisor trata de convencer a su
dialogante de influir en su personalidad transformando sus actitudes y
opiniones, e incluso alterando su conducta. Esto ocurre en la comunicación
persuasiva.
El emisor pasa por los
siguientes momentos:
1.- Experimenta la
necesidad de comunicar algo.
2.- Elabora un mensaje.
3.- Lo codifica.
4.- Emite la información.
Receptor
El receptor debe de estar
atento al emisor, para poder percibir la intención de su mensaje, tanto en el
modo de expresarse, como en el lenguaje que utiliza. Respecto al receptor se
producen las fases anteriores, pero de modo inverso:
1.- Recibe la información.
2.- La descodifica.
3.- Reconstruye el
mensaje.
4.- Interpreta la
necesidad del emisor.
Mensaje
El mensaje expresa el
propósito del emisor y contiene algo significativo para éste. Debido a ello,
sólo conociendo su contexto presente, es posible establecer el sentido del
mensaje para el sujeto, pues como es sabido el lenguaje se utiliza de acuerdo
al contexto en que se habla, de modo que el receptor debe de reconocer el
contexto de su emisor para poder comenzar a decodificar el mensaje.
Atendiendo al contenido del mensaje, Aranguren
distingue diversos tipos de comunicación: científica, técnica, informativa,
pedagógica, artística, socio-económica y política. Cada mensaje según su
índole, requiere ser tratado de modo distinto, o sea, con un arreglo o un
código particular.
Codificación
Con la codificación, el
mensaje toma forma y se convierte en información ya lista para ser transmitida
por el órgano emisor o mecanismo verbal. Es de fundamental importancia, pues de
ella depende la interpretación que se tenga del mensaje.
Código
Todo código se
compone de un sistema de signos (vocabulario) y de una serie de
procedimientos para combinarlos de forma significativa (sintaxis).
Para evitar equivocaciones
en la comprensión del mensaje se requiere que el código sea objetivo, es decir,
con significados previamente reconocidos por los interlocutores.
Las palabras también tienen significados connotativos, es decir,
referidos a las ideas y sentimientos que despierta en nosotros una determinada
palabra.
Los códigos no verbales son de naturaleza
muy diversa: hemos de cifrar nuestros mensajes a través de gestos (expresión
facial, muecas, guiños), ademanes (movimientos de brazos y pies, encogimiento
de hombros...), modos de vestir, etcétera.
Canal
El canal es el
instrumento transmisor de la información. Cumplen la función de canal todas las
ondas sonoras emitidas (que constituyen el vehículo transmisor) como el aire,
que es el medio que transporta dichas ondas.
El órgano receptor del destinatario - es
decir, el mecanismo auditivo- capta la información. Inmediatamente, la
interpreta (acto de decodificación) a fin de reconstruir el mensaje
original. Así el sujeto receptor está en disposición de comprender el estado interno
de necesidad que se hallaba en el emisor.
El emisor está pendiente de la conducta del
receptor, autocontrolando sus propias palabras con arreglo a la reacción del
destinatario,
El mecanismo por el que la fuente escucha y
autorregula sus propias palabras, a medida que van produciendo determinadas
reacciones en el oyente, se denomina retroalimentación.
La comunicación se llama directa cuando el canal
que une a los dos interlocutores lo hace sin acentuación de ningún
intermediario. Es este el caso del diálogo.
Se le llama comunicación
indirecta a la que ocurre cuando se interpone un medio o instrumento
determinado entre los comunicantes. Desde épocas remotas, los seres humanos
empleaban ciertos canales indirectos de tipo artificial para la comunicación a
distancia. Hoy día, los modernos medios de comunicación social han hecho
posible que, a través de estos canales indirectos, pueda llegarse
simultáneamente a una masa dispersa de sujetos receptores. Asimismo, salta a la
vista que en nuestra época los canales naturales, en los que la voz llega al
receptor resonando por el aire, han perdido mucho terreno en favor de los
artificiales.
Retroalimentación
Una característica
fundamental que distingue a la comunicación de la función meramente
informadora, ésta se da un retorno de información del receptor hacia el emisor
en forma que hace posible la autocorrección o autocontrol.
No se debe de confundir la
retroalimentación, o reacción del receptor, con la respuesta; pues en este
proceso vuelve a desarrollarse el circuito, pero en dirección contraria, dado
que entonces se han invertido los papeles, transformándose el emisor en
receptor y viceversa.
Las reacciones del sujeto receptor
(expresión del rostro, ademanes, etc.) al mismo tiempo que revelan el impacto
que la información va produciendo sobre él, marcan la pauta acerca de los
nuevos mensajes que la fuente ha de emitir.
Toda comunicación debe completarse con el
retorno de información en retroalimentación. Es lo que se llama una
comunicación bilateral o completa. Sin embargo, existen casos en que la
retroalimentación no se produce (comunicación unilateral o incompleta). Este
último hecho puede ocurrir, ya sea porque la respuesta está prohibida, como en
una clase autoritaria; bien porque el emisor no tiene interés en detectar las
reacciones de sus receptores, este sería el caso de un conferenciante que no
despega los ojos del papel o de un sujeto que habla ininterrumpidamente sin
dejar intervenir a su interlocutor. Una conversación sin retroalimentación, se
convierte en un monólogo.
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